viernes, 25 de febrero de 2011

Así, creo, se inició todo.....


Por el año de 1966, en Bogotá, en la calle 53 con carrera 24, en lo que hoy es Galerías, existía el almacén Sears. Allí en ese comodísimo lugar en donde más de una vez soñé con los juguetes y la ropa exhibida, fue en donde experimente por primera vez, lo que sucede cuando se realiza una acción pensando en otra cosa, el resultado es incierto. Así que desde ese día presentí que tendría que convivir conmigo, el mejor de los distraídos.

Necesitaba unas medias negras para llevar al colegio Blanca Nieves. Si, así se llamaba el plantel y tal y como lo están pensando me consideraban uno de los enanos. Aún así, eran las épocas en donde no era peligroso que un menor saliera solo a la calle, pues no eran comunes los conductores ebrios ni atarbanes y además existía el policía de la esquina y la solidaridad ciudadana.

Entonces, recién cumplidos los 11 años, gozaba de una pequeña autonomía de movilidad y en desarrollo de esa concesión fui a comprarme las medias negras para llevar al colegio "Blanca Enanos y los Siete Enanieves, como se burlaba mi tío Ernesto.

Fue un día especial, porque era mi primera compra, solo, en un almacén tan grande. Ya el señor Betancur, en su tienda de la esquina, no sería mi único proveedor de gaseosas KolKana o Kiss de limón. Así que emprendí mi viaje a esa multinacional de los sesenta, Sears.

Después de mirar y soñar con tantas cosas, busque las medias y siguiendo las indicaciones de mi mamá, cerré uno de mis puños y sobre él puse una media y lo rodeé. Si se juntaba la parte de los dedos con el calcañar sin estirar, esa era la medida.

Me dirigí a la caja, pagué las medías, salí de Sears, abrí la bolsa, mire las medías y doble la bolsa. Volteé a mirar y de pronto vi una media negra tirada en la calle. Me devolví, la alce y me dirigí nuevamente al almacén . Con paso firme fui donde una de las cajeras y le dije que me había encontrado esa media nueva en la calle. Ella la recibió y salí contento para la casa.

Al llegar, mis padres, orgullosos me esperaban.

- Muestre a ver mijo como le fue con su primera compra, y abrí el talego.

Al otro día, mi mamá, me acompañó al colegio y le explicó a Doña Carmen, la directora, que no había tenido tiempo de ir a comprarme las medias negras. Perdí una prenda y me estrené
como despistado.