Por estos días recordé a mi viejo al cumplirse el octavo año de su fallecimiento. En ese rápido viaje al pasado vinieron algunas de las anécdotas que él vivió debido a mis continuos despegues a otros mundos.
Champú para los ojos
Era la época cuando los adolescentes cuidábamos con extremo cuidado nuestros largos cabellos. Champú, enjuague, secador eléctrico, cepillo redondo y media hora de peinado. Terminada la operación y orgullosos de parecer unos fósforos con la cabeza bien grande y extremadamente flacos, salíamos a deslumbrar chicas.
Cuando se acababa alguno de los insumos, acudíamos subrepticiamente a mis hermanas y tomábamos lo que nos hacía falta.
Cierto día, una de ellas olvidó su frasco de champú en el baño y aproveché para tomar un pequeña cantidad. No tenía en donde guardarla así que busqué un frasco pequeño y encontré uno de gotas oftálmicas. Boté el líquido que había y envasé el champú.
A los pocos días mi papá necesitó las gotas, entró al baño y a los pocos segundos se escuchó un quejido, una acusación y un nombre…"esta gracia es de Jhonny. Jhoooonyyy ……….."
Una trampa para papi
Siempre existirán divergencias entre hermanos. Mi rival fue Gabriel, un año mayor. Permanentemente, buscábamos hacernos alguna maldad. Tendría unos 13 años y un gran aburrimiento porque él aprovechaba cualquier momento para lograr sus cometidos.
Pensé en alguna clase de venganza y de acuerdo a una historieta copié una trampa. Por fin mi hermano recibiría un castigo. Debería poner un balde con agua sobre una puerta entreabierta de tal forma que al abrirla, el afortunado se mojaría.
Pero no podía hacer esa trampa, porque era muy visible prepararla. Así que decidí adaptarla. En una talega de tela, en donde se echaba la ropa sucia, puse varios (muchos) pares de zapatos. Subí sobre una silla y una banquita y puse la bolsa en su lugar.
Emocionadísimo por la expectativa de ver lo que le pasaría a Gabriel, le grite para que entrara a nuestra habitación. A la tercera llamada, la puerta se movió, la bolsa cayó, unos anteojos llegaron al piso y mi papá, igual que en las tiras cómicas, se desplomó por esos zapatos en su cabeza.
Jhooooonyyyyy………
Miope o despistado
Por un problema ocular, al viejo le taparon un ojo. Luego de llegar con mi mamá del oftalmólogo y almorzar, tenía que ir a realizar una diligencia. Así que me ordenó que le acompañara hasta la avenida Caracas con calle 34 para que le ayudara a parar el bus que era.
Caminamos las seis cuadras que nos distanciaban de esa importante vía, cruzamos y me repitió por enésima vez el destino del bus.
Extrañamente me fui de viaje a algún planeta, cuando oí la voz de mi padre:
- Creo que ese bus me sirve, ¿es el qué le dije?
- Si señor, precisamente ese te sirve. Chaoooo, me despedí y él se subió al transporte.
En la noche, llegó, lo esperábamos en el comedor para la cena, entró saludo, se acercó le dí el beso en la mejilla me miró con su ojo libre, y dijo:
- Hola, tengo una duda y una preocupación: Cuando le dije que ese bus era el que me servía, usted ¿leyó o estaba despistado? Porque ese bus no era, entonces no se si llevarlo al oculista o darle un coscorrón por hacerse el pendejo…
Y pum, que la segunda opción le pareció la más viable. Ayayayyy
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