domingo, 4 de septiembre de 2011

La noche que Sasha perdió la virginidad



Sasha, la hermosa perra de raza Chau chau y mascota de la familia llegó a su segundo celo. Igual que  la primera vez, recurrí a armarme de un palo y una bolsa con piedras para sacarla a la calle y espantar a sus paisanos callejeros. Esta vez me encontraba de vacaciones así que el vestido de paño y la corbata fueron de inmediato reemplazadas.

 Junto con la ropa ligera usaba una cachucha. Así que por el vecindario paseaba varias veces al día a nuestro animalito. No pensé   la clase de imagen que proyectaba hasta que el tradicional vecino,  amo del sarcasmo,  me dijo:

-         Que bien que en este barrio se preocupen por mejorar la calidad de la vigilancia. Veo que  los celadores patrullan ahora con  perro, están armados con palos y piedras  y además les exigen que sean periodistas.

Pero en realidad, tantas idas y venidas con Sasha se debían a que junto con mi hijo Jhonny, en esa época con apenas  cinco años, la llevábamos  hasta la casa de una señora dueña de un estupendo perro de nombre Mateo. Deseábamos que quedara preñada de ese gran  yerno canino.

Completaba dos días en ese trajín pero la perrita no se dejaba montar. Llevábamos ya muchos intentos y definitivamente parecía que no habría  ninguna posibilidad que Sasha tuviera su primera experiencia sexual. Durante esas idas y venidas superamos las arremetidas de varios perros..

Ese segundo día regresábamos  con mi compañerito de otro intento más y ya había anochecido. Cuando íbamos  a subir al apartamento, que quedaba frente al negocio porque nos habíamos trasteado, observé que había bastante clientela  y deduje que precisaban de mi ayuda.

Entonces en  vez de decirle a mi hijo que llevara a Sasha,  decidí  dirigirme  a la tienda llevándola de su cadena porque la idea era preguntarle a Rosalba si en verdad requería de mi presencia. Ella,  atareada, creyó que ya estaba solo así que me imploró colaboración.

Supuse que apenas  con tres minutos como máximo disminuiría la presión de los compradores, así que deje a Sasha a la entrada del negocio y le ordené que se estuviera ahí echada como ya estaba acostumbrada a hacerlo.

Destapé y alcance cervezas, despaché unas gaseosas y estaba cambiando la música, cuando se escuchó el fuerte chillido de un perro. Rosalba que estaba más cerca de la puerta del negocio gritó totalmente espantada:

-         Jhonny, usted no subió a Sasha y miré que ese horrendo perro ya se la está comiendo...

Mi corazón trató de salir corriendo primero que yo, dejé el pedido de trago que había hecho una pareja y me asomé. Lo que observé  fue  trágico.

Bajo la luz que emitía el poste esquinero, como iluminación  de escenario,  el más feo de todos los perros callejeros  estaba encima de la candorosa Sasha. Ella chillaba y por una de  las ventanas del apartamento se asomaron  mis hijos también a hacer lo mismo y también a gritar y llorar con todo el comprensible desespero.  Rosalba estaba airada y me pedía que separara a la pareja canina. Los ciudadanos que pasaban por el andén se detenían a mirar  a su alrededor indagando el motivo de tanto escándalo.  

En la tienda todo estaba en silencio. No había música y los clientes desde sus mesas, unos de pie, otros medios sentados observaban el acontecer. Sandra, la empleada, le dijo  a Rosalba que la única forma de terminar con esa impactante  escena sexual  era echándoles agua.

Mientras tanto yo me convertí en un monumento a la incredulidad. Era inconcebible  que sucediera eso, precisamente cuando ya estábamos a las puertas de lograr que Sasha se  doblegara a los encantos de Mateo. Cavilaba sobre esa tragedia que ocurría y un grito me tiro de inmediato a la dimensión que era.

-         Ya que usted es el causante de lo que pasó, agarre  este balde de agua y écheselo a ese perro para que suelte a Sasha,  ordenó mi mujer.

Lo increíble es que cogí el balde, cruce la calle, pero cuando me disponía a ejecutar semejante acción tan absurda,  las risas de las personas que estaban en el negocio me despertaron, me detuve y me negué a hacer tamaño ridículo. Mis hijos lloraban.

A los minutos el dichoso “goskerry”  se bajó y  mis hijos también lo hicieron del apartamento. Rosalba se acercó regañando a la mascota, mi hija le decía cochina, unos vecinos se acercaron y Sasha lo único que podía hacer era batir su colita mientras mi Diana me recriminaba y me decía que ella no iba a querer al horripilante  canchoso que de seguro acaba de ser engendrado en ese impactante encuentro sexual.

Caí en cuenta en ese momento que había que hacer algo al respecto, llamé a mi papá quien recomendó que la llevara  al veterinario más cercano para que le aplicaran una inyección. Pero antes de ir, hubo que bañar a nuestro animalito, porque el olor que le quedo de esa aventura fue hediondo.

Luego con mis amados y sufridos hijos nos dirigimos a la veterinaria más cercana. Mientras el profesional atendía  a Sasha, y ya algo relajado recreé la siguiente escena:

En un basural, a esa hora de la noche, el perro callejero más horroroso de Bogotá está  con sus amigos. Mientras muchos de ellos se rascan, ese can luce una gran sonrisa. Saca pecho y lamiéndose el único canino que le queda,  ladra a los cuatro vientos que acaba de tener la relación sexual más deliciosa de su vida. Ha sido  con una perra de raza y en un lugar en donde nunca se imaginó que podría sucederle una aventura de tal calibre. 

Y lo mejor, les comenta el can, es que esa bella perra con un nombre como ruso, pero de los que nada tienen que ver con la construcción, estaba virgen. Los demás canes estallaron de la risa. Y aún, todavía estoy seguro que durante su vejez nunca  le creyeron la historia a su horripilante compañero.

2 comentarios:

  1. Mi querido Jhonny, primero te saludo con el inmenso cariño que siempre te he tenido. Y segundo, te quiero felicitar por este maravilloso y entretenido blog. Leyendo tus anécdotas (de alguna manera conozco el marco de circunstancias o al menos algunos personajes) tengo que felicitarte porque han logrado su objetivo. Además tengo que decirte que me gusta muchísimo la manera cómo escribes, de hecho siempre me ha gustado la lectura narrativa, la tuya además de estar muy bien escrita y fácil de entender, tiene lo que le hace falta a algunos escritores y es la chispa. Es chispa que nace de la autoironía. Realmente no te conocía éste don y espero continuar a disfrutar de el. Tienes una fan más...
    Con tanto cariño.

    Sandra Sierra

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  2. ahh y se me olvidaba, estaba muerta de la risa mientras leía tus experiencias!!! ni te imaginas! jajajajaja

    Sandra Sierra

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