jueves, 7 de abril de 2011

El cura que defraudó fieles peruanas



Ni el más imaginativo de mis conocidos, me auguraría que algún día me confundirían con un religioso y lo más grave, que me acusarían de jugarle sucio al celibato.

Cuando llegué hace seis años a Lima, lo hice con el fin de conocer a Lizette, mi enamorada virtual y también con la esperanza de conseguir  un quehacer profesional. La edad y mi experiencia fueron  un gran obstáculo para esto último.

Pasaron los tres meses de permiso y solicite la  primera prórroga de estadía. Algo tenía que surgir y así fue. No era nada de lo que podía imaginarme, pero ante la situación económica, era una alternativa y también una gran experiencia.

Sería editor y vendedor de oraciones católicas. La idea surgió de una charla con mi novia, quien en una época incursionó en la iglesia católica y tenía además una fundación de ayuda para niños pobres. Ella conocía bastante del mercado religioso y allí surgía la posibilidad de conseguir recursos para los pequeños y para mi subsistencia.  Así que nos pusimos a investigar y detectamos que las oraciones eran un excelente nicho, como dicen los expertos.

De esta forma, creamos unas sencillas oraciones con un excelente diseño y buenos precios. Ya teníamos ubicados los templos  en donde regularmente ofician misas con gran asistencia.

Efectivamente. Junto con muchos vendedores ambulantes de artículos religiosos, comenzamos a vender en las afueras de las iglesias. Sobre unas hojas de papel gigantes poníamos las oraciones y algunos retablos. Mii acento llamaba la atención.

Poco a poco fuimos haciendo clientela y en la medida en que ésta crecía se fue corriendo el rumor de que yo era un religioso colombiano. Así que no le puse mucha atención a los saludos de las señoras y las muchachas.

-          Hola padre, buen día. Estamos tan contentas que mi diosito lo haya traído por estas tierras. Sabemos que es un misionero y que acá tiene obras sociales.  Por eso y porque las oraciones son hermosas, nos gusta comprarle para obsequiar en nuestra comunidades., decían.

Nunca se me pasó desmentir esa imagen. En una época, las ventas bajaronn porque nuestra mercancía saturó el mercado, creamos entonces "Noches Católicas en un Pub”. Nos aventuramos a esta original idea, al conocer a un sacerdote (verdadero) muy conocido por ser canta autor y tener su grupo musical.

Para el estreno de la simpática idea, convencimos a la dueña de una taberna ubicada en Barranco, para que un lunes le ofreciera las ventas al Señor. Hicimos la respectiva publicidad, el padre nos acompañó y hubo lleno total.

No se vendía licor. Solo bebidas calientes y comida. La música del cura era buena para bailar, así que saque a bailar a Lizette. Bailamos algo apretados y luego nos fuimos a un rincón a besarnos.

Ese lugar era el paso obligado al baño. Así que una de las asistentes al espectáculo nos vio y de inmediato fue a comentar lo que el misionero colombiano estaba haciendo. No habíamos sospechado nada y cuando nos acercamos a nuestra mesa,  las señoras me  llamaron, me rodearon  y una de ellas me dijo casi a gritos

n      Padre, es el colmo que usted  venga a este país a dar semejante ejemplo. Que falta de respeto. Inventarse una función de estas solamente con el fin de tener un sitio para pecar. No lo queremos más en nuestras vidas.

El cura que animaba la velada,  tuvo que interceder antes que me lincharan con maldiciones e improperios. Desde la tarima con el micrófono explicó que yo no era misionero, no era un aprovechado, nunca dije que era un religioso y además, tenía todo el derecho de estar con mi enamorada.  Mi pecado fue olvidarme de parar los rumores.

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